Cada vez tengo mas claro que la vida es un largo viaje continuado en el que nos vamos cruzando con personas y situaciones, una travesía que a veces parece lenta y otras demasiado rápida. No hay nada que marque más ese avance que el ir cumpliendo años. En estas experiencias vitales hay quien nos acompañan un tiempo y luego se van, otras se alejan después de un tiempo y poco a poco desaparecen de nuestro día a día.
Contigo me ocurrió así, en la infancia estuviste presente, luego el destino nos separó durante la adolescencia y tomamos rumbos muy distintos.
Realmente hasta hace relativamente pocos años no llegué a conocerte de verdad, desconocía tu divertido sentido del humor, tu sensibilidad y saber estar en cada situación, tu modo de acompañar sacando una sonrisa en los momentos difíciles, tu generosidad y bondad desinteresada.
Me alegra mucho que nuestros caminos hayan vuelto a cruzarse y en parte hemos de agradecérselo al denominador común que nos unió en primer lugar, Vicky.
Desde que nos retomamos hemos ido forjando una amistad que va creciendo poco a poco, asegurándose y afianzándose.
Bromeaste con el ánfora y aquí intento hacer honor a la promesa que te hice.
Se que cada año recibes una carta con bonitas palabras cargadas de cariño de parte de otra amiga, una pequeña tradición que habéis perpetuado en el tiempo. Casi como la canción del ramito de violetas pero versión amistad 🙂
Mis palabras no pueden ser sino un homenaje a ti, amiga, por ser como eres, una de esas personas q se hacen hueco en el corazón y se acomodan para quedarse.
Bienvenida a esta maravillosa década de los cuarenta, brindemos por muchas más por venir, por seguir pasando buenos ratos juntas.
Aprovecho para dedicarte esta canción de uno de mis artistas favoritos, Calamaro. La canción se llama Salud y creo que viene muy a colación del momento en el que vivimos.
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